miércoles, 27 de marzo de 2013

Desarticulación del hombro. 1882.

Xavier A. López y de la Peña
En el hospital civil de Aguascalientes el Dr. Manuel Gómez-Portugal Rangel, auxiliado por el Dr. Saturnino González y siguiendo la técnica propuesta por el Dr. Francisco Montes de Oca [Guadalajara] realizaron la primera operación de desarticulación del hombro el 12 de diciembre de 1882.
Mujer de 18 años de edad, de buena constitución, ingresada a este Hospital el día 10 de diciembre con dos fracturas con minuta: la primera de los huesos del antebrazo izquierdo en su tercio inferior, con salida de los fragmentos, y la segunda en el tercio superior del húmero del mismo lado, causadas ambas por una máquina de moler maíz en la cárcel pública de mujeres.
Dudando si amputar el antebrazo o dejar que la fractura se consolidase con los cuidados necesarios o si me decidiría por la desarticulación del hombro, por creer más seguro el éxito, consulté con mis entendidos compañeros los doctores Carlos M. López y Jesús Díaz de León, los cuales, después de maduro examen optaron por la desarticulación a la que yo me encontraba fuertemente inclinado.
Propuse el procedimiento de mi maestro el Dr. Montes de Oca, que modifica como se sabe ventajosamente el de Larrey y fue aceptado, quedando aplazada para el día 12 siguiente la operación.
Cloroformada la enferma y colocada convenientemente, el Dr. Saturnino González hizo la compresión de la arteria subclavia por el método de Dall. Procedí a la operación [Dr. Gómez], por haberme cedido el cuchillo bondadosamente mis compañeros, y fue llevada a cabo sin nada extraordinario más que tener que ligar dos o tres gruesas arterias subcutáneas que seguramente reemplazaban a las acromiales, pues no las pudimos encontrar ni se revelaron por ninguna hemorragia. Seguimos posteriormente los preceptos que tantas veces le oímos al Dr. Montes de Oca en sus clínicas, y verdaderamente quedamos sorprendidos al levantar el primer apósito y apreciar el buen estado de la herida; los dos tercios inferiores cicatrizaron de primera intención; habiendo seguido una marcha tan feliz, que después de veinte días toda la herida estaba cicatrizada y si no dimos luego de alta a esta mujer, fue por asegurarnos del buen estado de la cicatriz.
Informo este caso -concluye el Dr. Manuel Gómez Portugal Rangel- por dos razones: 1ª. Por ser la primera operación de este género que se practica en este Hospital, 2ª. Para mostrar que el procedimiento del Dr. Montes de Oca, aun en manos inhábiles como las mías, da buenos resultados.