viernes, 7 de febrero de 2014

Salud e higiene entre los chichimecas. 1575.

Algunas costumbres chichimecas.
Xavier A. López y de la Peña.
Fray Guillermo de Santa María, O.S.A., en su obra Guerra de los Chichimecas, 1575 refiere que:
“Crían sus hijos con harto trabajo, porque como no tienen casa y andan de unas partes en otras, muchas veces les acontece parir caminando, y aun con las pares colgando y corriendo sangre caminan, como si fuesen alguna oveja o vaca. Lavan luego sus hijos, y si no tienen agua, los limpian con unas hierbas. No tienen otro regalo que darles más que la propia leche, ni los envuelven en mantillas, porque no las tienen ni cuna ni casa donde se abriguen, sino una mata o peña, y con toda esta aspereza viven y se crían.
Su comida es frutas y raíces silvestres. No siembran ni cogen ningún género de legumbre ni tienen ningún árbol cultivado. De las frutas que más usan son tunas, y ahylas de muchas maneras y colores y algunas muy buenas. También comen la fruta de otro árbol, que acá llamamos mezquite, que es un árbol silvestre bien conocido, que lleva unas vainas como algarrobas, las cuales comen y hacen pan para guardar y comer cuando se acaba la fruta. Tienen otra fruta que llamamos dátiles, que puesto que las plamas que los llevan ni los dátiles sean como los nuestros, que por parecerse a ellos y por similitud los llamamos ansí. De las raíces que comen unas son a semejanza de batatas o yuca, otras son las mismas o propias a las que en lengua mexicana llaman cimatles. El maguey les es grande ayuda y mantenimiento, porque nunca les falta y de él se aprovechan en todo lo que los demás de la Nueva España, excepto en no hacer ropa de él, pero comen las hojas y raíz cocidas en hornillo que acá llaman mizcale, y es buena comida, y hacen vino de él, que beben, y ansí todas las raíces dichas comen cocidas en hornillo, porque crudas no se pueden comer. Y lo más común es mantenerse de caza, porque todos los días la suelen buscar. Matan liebres, que aun corriendo las enclavan con los arcos, y venados y aves y otras chucherías que andan por el campo, que hasta los ratones no perdonan. También algunos alcanzan pescado, y los pescan con la flecha, y otros los toman en cañales y nasas, y algunos a zambullidas nadando. Si acaece matar algún venado, ha de ir la mujer por él, que él no le ha de traer a cuestas. Y ansí tienen cuidado las mujeres de coger estas frutas y raíces y de aderezarlas y guisarlas cuando ello vuelven de caza.
Tienen sus brebajes que beben, porque hasta hoy no se ha hallado nación que se contente con beber sola agua. Los mexicanos tienen sólo el que sacan del maguey. Estos tienen el mismo, y otro que hacen de las tunas y otro del mezquite, por manera que tienen tres diferencias de vinos, con los cuales se emborrachan muy a menudo, que lo son por todo extremo borrachos. Ninguna vasija tienen de barro ni palo, sólo tienen unas que hacen de hilo tan tejido y apretado que basta a detener el agua, donde hacen el vino, y son algunas tan grandes como una canasta. Y por la experiencia que tienen del daño que les sucede en las borracheras, tienen ya de costumbre que, en emborrachándose, se apartan las mujeres de ellos y les esconden los arcos y flechas, y, según he sabido, nunca todos juntos se emborrachan, que siempre dejan quien vele y mire por ellos, porque no los tomen borrachos descuidados y los prendan o maten.
Andan in puris naturalibus. Las mujeres traen fajados unos cueros de venados, lo demás desnudo. Entre sí no tienen verguenza de verse desnudos y ansí no admiten ropa.