jueves, 15 de junio de 2017

Epilepsia.

                                                                                                            Dr. Xavier A. López y de la Peña

    Antiguas inscripciones de cuneiformes que datan de los años 1067 y 1046 a.n.e., incluidos en el libro Sakikku, o el también llamado libro de todas las enfermedades, consta de dos partes: una escrita en Neo-Asirio, que data del siglo VII a.n.e. y la otra en Neo-Babilonio correspondiente al primer milenio a.n.e. En este escrito, la epilepsia es llamada antashube o antasubba, un término sumerio que significa “la enfermedad de las caídas”, o miqtu de la contraparte de los textos de Akkadian. En estas tablas líticas se narran varios aspectos clínicos en donde el paciente inicia la crisis con un grito, gira el cuello, tensa las manos y los pies y pierde la conciencia. 
    También en el conocido Código de Hammurabi (ver imagen al lado izquierdo), hay una descripción sobre la enfermedad llamada bennu, que junto con la lepra son consideradas como “enfermedades vergonzantes”. A estos pacientes se les prohíbe contraer matrimonio y participar como testigos en juicios; también se prohíbe  la compra de ellos como esclavos, pudiendo éstos ser devueltos si presentan síntomas de esta enfermedad. 

   En el México precortesiano, la epilepsia era bien conocida dentro de la cultura náhuatl y se le nombraba de dos maneras: huapauzliztli, descrita como enfermedad con quietud y convulsiones (epilepsia tipo gran mal) y hihixcayotl, descrita con temblor (crisis mioclónicas). 

    Actualmente se estima que cerca de 2 millones de personas padecen esta enfermedad en México. 

    En Aguascalientes este padecimiento ha sido bien conocido y se reconoce esta como la primera descripción clínica de la enfermedad hecha en un certificado médico expedido por el Dr. J. Refugio Camarena en 1866, de la siguiente manera: 

    El infrascrito Médico Cirujano residente en esta ciudad. Certifico y juro que José Eleno López padece unos ataques convulsivos que lo privan del uso de sus facultades intelectuales, a la vez que de su sensibilidad; además sus músculos entran en un estado de rigidez e inmovilidad. Su respiración queda suspendida, hinchadas sus venas, la cara congestionada, su pulso pequeño y débil, presentando en fin todo el conjunto de síntomas que en mi concepto caracterizan “los accesos epileptiformes". 
    Por otra parte podríamos añadir a lo que precede el estado habitual del enfermo en los intervalos de la falta de memoria, la incertidumbre de la mirada, la dilatación de las pupilas, su modo de andar inseguro y especial. 
   Por último, todo ese cuadro de fenómenos que expresan los defectos físicos y enfermedades correspondientes al sistema cerebroespinal y de sus nervios que le inutilizan para el servicio militar.      

A petición del interesado y para que la autoridad a quien corresponda dictamine lo que juzgue conveniente, extiendo el presente a los diez y ocho días del mes de enero de mil ochocientos sesenta y seis. 
    J. Refugio Camarena (Rúbrica).